24 de abril de 2008

Los símbolos y los Sueños


En el post anterior hemos hablado de los mitos como el Sueño colectivo de la humanidad y su relación con el cine, siendo éste la última transformación estructural en donde los mitos continuan reproduciéndose aunque cambiando sus formas. Por otro lado, mencionamos a los contenidos simbólicos de los mitos y sugerimos lo mismo para los Sueños. Ahora bien, ¿cuál es la implicancia de los símbolos en el mundo onírico? ¿Qué es un símbolo?

Dependiendo de los autores de las disciplinas del lenguaje, un símbolo es una unidad lingüística en la cuál se condensan significados particularmente por la aplicación de metáforas y analogías principalmente a través de la asociación de ideas. A diferencia de un signo, el símbolo está motivado por la acción humana, es decir, que el cúmulo de significados posibles es el producto de la interacción humana a lo largo de la historia y depende íntegramente del uso. En cambio, el signo lingüístico suele ser arbitrario en su naturaleza, aunque también producto histórico, pero la relación entre la cosa denotada y el concepto que lo representa estaría motivada solamente por el uso de una manera casual. Sin entrar en más detalles sobre la diferencia entre signo y símbolo, nos quedaremos con la aproximación del segundo para llegar a nuestro tema.

Existen dos elementos en la naturaleza que se muestran como símbolos en todas las culturas sobre la Tierra. Aparecen con diferentes nombres atribuidos a potencias divinas así como elementos inertes suspendidos en el vacío sideral. Se trata de el Sol y la Luna. Ambos como par simbólico representan una antinomia que en la cultura occidental puede rastrearse en diferentes niveles. Algunos entenderán el aspecto simbólico solar como el representante del dominio patriarcal y cazador mientras que su contraparte será el matriarcado y los cultos a la Diosa proyectada en la recolección y la agricultura.

Asimismo, desde una perspectiva psicológica, el Sol representa a la consciencia mientras que lo lunar denota al subconsciente. También las corrientes más afines a la actividad religiosa entienden al Sol como el arquetipo del Cristo y el corazón divino, mientras que la Luna, femenina en su esencia, a alguna de las Marías de los evangelios.

¿Y que hay de los Sueños? La deducción es muy sencilla y a esta altura ya la habrán captado desde la asociación simbólica: El momento del Sueño por excelencia es la noche, entonces la Luna, además de ser portadora de significado como símbolo de lo anterior descrito, también está relacionada con el Sueño y yendo un poco más lejos, con la Muerte. El brillo de la Luna no es propio sino que proviene del Sol, por lo que su luz no sería una luz original, sino una ilusión. La misma forma parte del paradigma dualista en donde aquello que no provenga del control y el análisis racional, pertenece al campo de lo falso y del ensueño.

Sin embargo, la luz lunar es propia, si bien originalmente no proviene de ella, es ésta quién transforma la luz solar y la refleja en su superficie. Este reflejo o inversión la convierte en una fuente luminosa distinta a la solar. Se trata entonces de una luz rodeada de misterio y de intrigas. La Luna llena siempre fue utilizada por la literatura como una entidad portadora de historias crípticas que muestran definitivamente que la Luna es una entidad aparte, y es más que el reflejo del Sol, la vigilia. Sin embargo, ambos se mezclan en una danza de complementariedad y oposición que nos hacen ver nuevamente que al día le precede la noche y ninguno de ambos puede existir sin el otro. Para que haya una consciencia de vigilia, se necesita al mundo onírico con sus misterios y mensajes encriptados que a su vez para ser develados, necesitan de la razón para ser llevados a la luz.

3 de abril de 2008

Mitos, Sueños y símbolo: el mito y los Sueños

El mito y los Sueños

Todos soñamos, eso no hay manera de negarlo. Incluso algunos animales también lo hacen. Ahora, ¿es posible que todos nuestros Sueños estén conectados de alguna manera como una red onírica en la cuál podemos “conectarnos” y compartir las vivencias en el mundo onírico? Al parecer, esta chance existe y hay quiénes exploran las posibilidades de comunicación entre soñantes, tratando de enviarse información o incluso intentando encontrarse en algún escenario onírico previamente acordado en el mundo de la vigilia. Sin embargo, esto requiere paciencia y dedicación consciente del asunto, como si se tratara de un ejercicio físico, solo que mental.

Actualmente la metáfora de la máquina inteligente o de la computadora es un modelo bastante útil para explicar y comprender la mente humana y sus enigmas. Siguiendo esta metáfora, tenemos la posibilidad de re-programar nuestras acciones conscientes a través del acceso a nuestro plano subconsciente. De esta manera, podemos des-condicionar ciertas acciones por medio de una auto-programación, como si nuestro cerebro fuese un hardware y la mente el software que permite funcionar nuestro organismo en su conjunto. Así, el ser humano estaría programado de fábrica pero con algunos errores en su software. Estos bugs o errores, son los que nos hacen humanos, demasiado humanos, y allí es donde comienza el proceso de reprogramación a través de diversos medios como la creatividad, el intelecto o la devoción. No importa el medio, el fin es siempre el mismo: el retorno al Edén como metáfora colectiva nos permite perfeccionarnos como especie en conjunto y como individuos, siempre y cuando aceptemos el desafío y las consecuencias de la libertad. Y justamente, la metáfora colectiva no es nada menos que el mito.

Un mito, no es algo falso o una mentira, tal como parece establecido en el sentido común. El mito es un género discursivo dentro del lenguaje humano que se expresa en forma de relato en dónde conviven elementos de la vida cotidiana del contexto así como elementos imaginarios y contradicciones lógicas por igual. Asimismo debemos agregar a la acción ritual como la forma en que los mitos se ponen en acción simbólica por parte de los interlocutores. Hoy en día, el mito se ha transformado y no se manifiesta tan explícitamente en las sociedades modernas, a causa de la hegemonía de la racionalidad o el “desencantamiento del mundo”.

Sin embargo, los mitos no han desaparecido sino que viven en otras formas discursivas dentro de la vida cotidiana, por ejemplo, en el cine. Consumimos películas como formas de entretenimiento, y aquellos que las producen lo hacen como medio de expresión creativa y labor profesional. Pero hay más que esto; los medios de comunicación, especialmente los audiovisuales, hoy en día cumplen esta función mitopoieica (generadora de mitos) de la cuál todos nutrimos nuestros Sueños e ideales de vida. A través del cine, si uno hace el ejercicio sencillo de vivir la película más que mirarla, uno encarna la vida de los personajes, sufre con ellos, ríe y trasciende. El poder sugestivo de la imagen y el sonido con la perfección tecnológica actual convierten al cine en un medio social similar a lo que antaño hacíamos frente a una fogata mientras uno de los ancianos relataba un mito en particular, ya sea el origen divino de la tribu o el cómo las vida humana apareció en la Tierra hace tiempos inmemoriables.

De esta forma, no es raro leer o escuchar de otros autores que los mitos son ”el Sueño colectivo de la humanidad”. Esta frase es parcialmente cierta si la interpretamos de mejor manera además de como si se tratara de una sumatoria de Sueños individuales. Los mitos constituyen más que esta suma individual. Se trata más bien de una suma gestáltica en donde el Todo es más que la suma de las partes. No obstante, los Sueños (individuales o colectivos) y los mitos, efectivamente están relacionados. Muchos relatos oníricos presentan imágenes y sonidos que pertenecen a algún relato mítico de las tantas culturas que conviven en el planeta. Y aunque la cultura occidental hoy en día sea la que promueve ciertas formas de actuar y de pensar por sobre otras, podemos decir que la humanidad en su conjunto también es una entidad doble y su manifestación en la acción humana se expresa en los mitos de ayer, de hoy y de mañana, sea la cual fuere la forma en que se muestren.