30 de septiembre de 2009

El Amor y los Sueños

Tan extenso como el mundo de los Sueños, el Amor es otro de los misterios de la naturaleza humana que hasta el momento no existen explicaciones que puedan develarlo. Ya sea el amor contemporáneo, cargado de ambigüedades sexuales y androginia, el amor romántico, lo a atracción de un Ser por otro Ser y las consecuencias del tal proceso manifiesta la posibilidad de creativa como destructiva del ser humano. Genera guerras, crea arte, instiga traiciones y produce altruismos insospechados. El amor es uno -si no el más importante- de los propagadores de la historia de la humanidad entera.

En relación a los Sueños, notamos que las tramas amorosas son diversas pero quisiera destacar una obra en particular: El Sueño de Polífilo. Esta obra fue escrita en 1499 por el italiano Francesco Colonna bajo el título de Hypnerotomachia Poliphili. Otras traducciones del título agregan "Una lucha por el amor en los Sueños" para acercarse algo más a las intenciones del título en griego.

En este magnífico libro, originalmente valuado como objeto de lujo más que literario por la nobleza y la incipiente burguesía, el autor relata las aventuras de un joven -Polífilo, Lit. "Muchos Amores" - en busca de su amada Polia que inicialmente ha rechazado su amor. Esto desencadena una noche tormentosa para el joven que comienza su aventura onírica en una selva oscura en donde se encuentra con criaturas maléficas como dragones y lobos. Luego de salir victorioso de esta travesía pasa por un mundo subterráneo a través de una puerta que lo conduce a un maravilloso mundo arquitectónico con jardines de ensueño, fuentes, palacios en donde se celebran banquetes, juegos. En el camino es instruído en la sabiduría de la antigüedad, basada en la herencia greco-egipcia aunque de manera simbólica, ya que el autor del libro, como tantos otros, tenía a sus espaldas la mirada acusadora de la Inquisición.

El Sueño toma forma en esta obra como elemento indispensable para conseguir un fin: el amor de Polia. El amor no correspondido hacia el joven lo motiva a buscar incansablemente aquello que ha perdido y lo conduce por senderos inhóspitos pero también le enseñan los misterios de la naturaleza y del cosmos. El Amor, a través de los Sueños, propone una búsqueda por medio de la voluntad y la imaginación. Pero no hay que tomar a este amor como aquel egoísta de la posesión que lleva a otras historias como las de Helena de Troya y Paris. En este caso, el amor es transformado en algo positivo: el rechazo conduce a la búsqueda, siendo ésta la del conocimiento del Universo. Y en épocas -como en las que fue escrito este texto- en donde las correspondencias entre el mundo humano y el divino son máximas, el conocimiento del Uni-verso equivale al conocimiento del Uno-mismo.

El Amor es el impulsador, el motivo de la búsqueda, y los Sueños y la imaginación son la herramientas para adquirir el conocimiento. El rechazo de la amada, es el rechazo de la Sabiduría Universal hacia aquél que lo quiere para sí, por el sólo hecho de poseer. En cambio, para aquellos que buscan y tratan de comprender, el Amor que en principio apuntaba hacia otra persona, termina siendo un amor para consigo mismo, en paz con el resto.

Polífilo y Polia logran un encuentro final, gracias a la intervención de Eros que convence a la joven para que bese al despechado. Sin embargo, cuando el joven enamorado besa a Polia, ella desaparece en sus brazos y despierta de su transe. De forma similar, cuando nos encontramos disfrutando de las enseñanzas y experiencias en el mundo de los Sueños, en algún momento debemos despertar y retornar a la vigilia, y del mismo modo nos aferramos a nuestros recuerdos para que queden intactos y no se desvanezcan en el retorno.

Hypnerotomachia Poliphili . Versión en inglés. Formato .PDF

Hypnerotomachia Poliphili. Versión en inglés. FlipBook

Notas: Polia salva de la muerte a Polífilo con un beso. La imagen pertenece al Folio C5V del libro.






16 de septiembre de 2009

Dialéctica de los sueños

Si planteáramos un esquema en donde se pudiera representar espacialmente la forma en que las personas en el mundo contemporáneo suelen comprender la realidad y expresarla a través del lenguaje, nuevamente las dicotomías serían la manera indicada de realizar tal bosquejo. Y si incluyéramos nuestro eje temático preferido – los Sueños – notamos que encaja perfectamente.

En concreto, a lo largo de la historia de la filosofía y de las ideas, ha existido la tendencia de polarizar los puntos de vista a la hora de analizar un objeto (físico o abstracto). Así, encontramos a aquellas ideas, cosmovisiones, enfoques, paradigmas, modelos, etc. materialistas por un lado, y a los espiritualistas o idealistas en el otro extremo. Ambos modelos de abordaje de la realidad suelen ser completamente opuestos y acostumbran a negarse entre sí.

Este abismo entre espíritu y materia es producto de la diferenciación de la conciencia humana que fue adquiriendo a lo largo de los milenios. En este juego discriminador, lo vasto y lo sutil culminaron por separarse con el advenimiento de las ciencias y la razón como única forma legítima para abordar los misterios del universo y la naturaleza humana. Los unos se han declarado partidarios de un materialismo racional tratando de abordar como objetos a aquello que todo lo abarca como parte del cosmos polimórfico en todos sus niveles. Los otros, por su parte intentan explicar todo a través de leyes universales divinas que se aplicarían a todos los planos por el solo hecho de que la fuerza divina actúa de la misma forma en todos los niveles. “Como es arriba, es abajo” es el primitivo axioma del conocimiento que permite explicar el movimiento de los átomos a partir del vuelo de las almas y los misterios del universo extraplanetario.

Las leyes espirituales parecen flotar sobre las palabras de maestros iniciados de los cuales nada se sabe sino a partir de las mitologías y milagros que los caracterizan como tales. ¿Es posible salir de esta paradoja cícilica?.

Si bien las corrientes más espirituales o idealistas tienden a comentar que el mundo es uno solo y un Todo indivisible, en sus peripecias no parecen ir más allá de sus propias limitaciones. El mundo, el universo como manifestación multidimensional es un Todo, sí, pero nuestra percepción está caracterizada por la diferenciación, la discriminación y la separación de los pares de opuestos.

Y la manera de comprenderlos es contrastando unos con otros eternamente, olvidándonos de esa Totalidad de la cuál tanto los materialistas como idealistas hablan. Para conocer, sí es necesario diferenciar y discriminar una cosa de otra pero para comprender, la síntesis debe ocurrir. Entonces, ¿cómo comprender esa totalidad sintética?.

El lenguaje es la herramienta por la cual los seres humanos pasaron de ser cazadores-recolectores a “civilizados”. Y no es casual, como muy acertados afirman algunos que el lenguaje esté relacionado con el pensamiento, o más lejos aún, con la percepción del mundo. De esta forma, los pueblos primitivos aunque ya concientes de la realidad objetiva del universo percibieron el mundo a través de los dioses. Las fuerzas de la naturaleza, tanto como las fuerzas morales de los individuos fueron traducidas como figuras antropomórficas de dioses, con nombres que no solo daban una identidad sino una forma, un concepto para comprender “verdad”, “luz”, “lluvia”, “justicia”, “pecado”, etc.

Luego, con el advenimiento del monoteísmo, esos conceptos fueron unificados en uno solo con múltiples manifestaciones. Así “verdad” era equivalente a “dios es verdad” y luego el camino era obvio: si dios es verdad, y la verdad es un objetivo, entonces debo decir verdades, actuar con verdad y buscar la verdad. Así fue surgiendo la ética de los pueblos y con ella la clara percepción del bien, el mal, la justicia y la injusticia, a pesar de que en la práctica ninguna de éstas se mostraba con la misma claridad. Pero la consciencia había dado el primer paso hacia la supremacia de la abstracción lógica. No es que estos pueblos no supieran sobre lógica o carecieran de las funciones cognitivas necesarias para comprender el universo de manera abstracto-lógica sino que sencillamente, no era necesario. El mundo que los rodeaba era parte de su cotidianeidad y comulgaban con la naturaleza y las cosas a través de una comprensión total, en donde lo visible e invisible tenían la misma jerarquía lógica.

El camino ha sido arduo pero finalmente condujo a toda la humanidad, hacia la moderna capacidad de comprender el mundo mediante palabras y cosas. Sin embargo, los dioses siguen existiendo, al igual que la magia y la superstición. Y esto es porque el abismo entre materia y espíritu nunca fue resuelto a pesar de lograr la abstracción completa y la objetivación del ser humano.

Los Sueños y todo lo que ellos acarrean como valor conceptual, ocuparían un lugar intermedio en esta polarización, entre materia y espíritu, como un purgatorio de las ideas. La capacidad de estar en el mundo de la vigilia y luego poder deambular por los parajes oníricos, le brinda al ser humano la invaluable posibilidad de estar entre estos dos mundos que él mismo ha dividido y que actualmente coloca a los Sueños del lado de la ilusión más que de una realidad tangible.

El materialismo y la capacidad de abstracción racional nos ha dado mucho, pero nos ha quitado más, y es el producto de milenios de “evolución” como especie en conjunto. Sin embargo, debemos utilizar esta capacidad para lograr aquella síntesis de la cuál hablamos más arriba. Esto podría lograrse si empezáramos a percibir a los dioses como fuerzas y a las fuerzas como dioses. Pero no dioses externos sino dentro de cada ser como parte de esa totalidad primigenia llamada “dios”. Y una vez que comprendamos que no hay ni fuerzas ni dioses sino solamente hombres y mujeres en relación con el resto del universo material e inmaterial, entonces comprenderemos que la ilusión de la materia y el espíritu es una barrera a ser franqueada y así dejaremos de hablar de magia y supersticiones porque todo el universo entero de nuestra consciencia estará rodeado por magia. Las capacidades ocultas de la mente individual dejarán paso al fluir de la mente universal y la forma será el vehículo de la energía y la consciencia lo será de la supraconciencia.