25 de enero de 2008

Los Sueños y la literatura: El caso de Lovecraft


¿Por qué hay personas que desean escaparse de la realidad hacia mundos creados por su imaginación o inspirados por su propios Sueños? ¿Qué peculiaridades tienen esos mundos alternativos que atraen a poetas, escritores y viajeros de la mente?

Para intentar responder estas preguntas me centraré en un personaje de la literatura cuya particularidad se debe a que fueron sus relatos quiénes me condujeron por este camino interminable. Me refiero al célebre post-mortem Howard Phillips Lovecraft, o como lo parodiaban sus amigos y colegas, el Sumo Sacerdote “Ech-Pi-El”.

A través de sus relatos llenos de oscuridad onírica accedí a un mundo nuevo que poco a poco abrió puertas hacia otros autores y temas que se interconectaban unos con otros como una melodía de tonadas familiares. De todos estos, me atrajeron en particular aquellos cuentos breves y otros relatos de mayor extensión cuyas historias se desarrollaban en la “Tierra de los Sueños”, un universo alterno con geografía, política así como dioses y mitologías propias, en donde terribles criaturas escondían planes siniestros para dominar a la especie humana tanto del universo onírico como del planeta Tierra.

Más allá del hito que marcó Lovecraft como escritor del siglo XX, sus relatos oníricos influenciados por el coetáneo Lord Dunsany, abrieron las puertas del mundo de los Sueños que de ahí en más sería reproducida en la literatura y el cine. Podríamos decir que Lovecraft, aún sin desearlo, fue parte del zeitgeist, el “espíritu de los tiempos” de las corrientes vanguardistas como el surrealismo quienes tomaban a los Sueños como una fuente inagotable de creación al mismo tiempo que el psicoanálisis se iba consolidando como la ciencia que se encargaría de interpretarlos.

Nuestro autor veía en el universo onírico un escape, un refugio de las amenazas de la realidad que lo atormentaba. Aunque ni siquiera en sus Sueños podía estar tranquilo. Muchos de sus relatos oníricos que casi siempre involucran enfrentamientos con criaturas terribles no fueron creados solamente por una imaginación activa sino que fueron producto de sus propias sombras del Sueño profundo, quizás tratando de plasmarlas en el papel, con el fin de exorcizar a estos dioses y fuerzas sobrenaturales, teniendo la inocente esperanza de que dejaran de molestarlo.

Ahora bien, ¿por qué continuar hablando del perfil psicológico de este genio para interpretar su contexto y tratar de entender el origen de sus cuentos? Si bien esta es la forma más común de comprender a un autor, la experiencia directa en estos tiempos posmodernos es la única forma de acercarse a la obra en vez de tratar de saber cómo pensaba y creaba.

Al leer a Lovecraft, cuando no se corre el riesgo de caer en una depresión cósmica, uno mira con cariño al mundo onírico y puede soñar con él. Ciudades con castillos de ónice; felinos que viajan de a saltos de planeta en planeta dejando un halo de misterio; tierras de maravillas incontables y personajes que oscilan entre ancianos sabios, buscadores de verdades trascendentales. Incluso, en este asombroso lugar, la Tierra de los Sueños, hasta un vagabundo en el mundo real podía convertirse en rey-dios de un imperio.

Ya vemos que en ese “otro lado” algunas genialidades pueden encontrar un mundo nuevo con riquezas literarias que sirven de refugio para los viajeros de la mente. Los Sueños nos ayudan a cuantificar tanto miedos como añoranzas que se depositan en este lugar de fácil acceso con tal solo cerrar los ojos durante unas horas. El Sueño es un viaje, y no cabe duda que muchos han logrado aprovechar esas travesías para brindar algo al resto de los mortales, tratando de decirnos que existe un lugar en donde uno puede ser libre. ¿Es una escapatoria?, ¡por supuesto!

Pero me atrevo a decir que el deseo de escaparse del mundo es parte de la naturaleza humana como un recuerdo de que alguna vez estuvimos en algún otro lado en donde todo era consciencia hasta que caímos y nos atrapamos en nuestros cuerpos y en la realidad material.

Sucede que las actitudes escapistas siempre nos rodearon, ya sea a través de las artes, de las drogas o la religión. Dependiendo de la era en la que nos encontremos, el escape será visto como un aliado o como un enemigo a vencer. Los ciclos de efervescencia romántica tenderán hacia la valoración positiva de los Sueños mientras que los ciclos reformistas y revolucionarios (que podrían tener en el trasfondo una valoración romántica) buscarán el refugio en la razón y en el utilitarismo.

Pero ésta es una batalla inagotable, los Sueños siempre seguirán formando parte de la literatura porque la fantasía y la imaginación, nacen cuando la barrera de la consciencia de vigilia está baja y se libera la potencia creativa. Por supuesto que la misma siempre estará relacionada con situaciones de nuestra biografía porque paradójicamente, los Sueños se nutren de la realidad. El fin está en encontrar el punto de equilibrio en donde ambos mundos en conflicto eterno logren una homeostasis cósmica y el Ser pueda algún día retornar a su estado de gracia. Mientras tanto, lo único constante en el universo…es el cambio.

Algunas frases lovecraftianas:

“¡Idealismo y materialismo, ilusión y verdad!”

“No está muerto lo que yace eternamente, que con los eones incluso la muerte puede morir”.
Lecturas recomendadas sobre los Sueños:
La nave blanca
Los Gatos de Ulthar
Celephais
En busca de la ciudad del sol poniente

1 comentario:

Ricardo De Luca dijo...

que interesante relacionar a Lovecraft con el mundo onirico. Por lo general apenas se lo rotula dentro del terror, pero lo de lovecraft indudablemente excede el genero.
abrazos!