
Para muchos, la escena previa puede resultarnos frustrantemente familiar al notar que cuando pensábamos que ya estábamos levantados, debemos realizar todas esas acciones otra vez. Es como si sintiéramos que hemos perdido el Tiempo. Ahora bien, existen otras situaciones en donde este mismo Tiempo parece diluirse sin que nos hayamos dado cuenta y la sensación de no saber si estar despierto o soñando es muy vívida. Este es el caso de la puesta en escena de El Hombre Vertiente.
El viaje de un héroe por sus mundos internos, enfrentándose con el poder de los cuatro elementos. El Agua, simbólicamente relacionada a lo inconsciente y a las emociones, es quién perturba su estado inicial y lo conduce a explorar el control y descontrol de sí mismo. Cuando estas aguas nos son desconocidas o las rechazamos, ellas se vuelven contra nosotros y aparecen los monstruos y bichos que atentan contra el equilibrio psíquico, llevándonos a una cárcel de la cuál sólo puede escaparse a través de una muerte de nuestro Ego. Así, como una serpiente que se desprende de su antigua piel, la nueva personalidad emerge mientras se rinde ante sus enemigos que ahora se vuelven sus aliados.
Primero, se vive la experiencia de los elementos más pesados e instintivos: el Agua y la Tierra con su frío y humedad. Una vez comprendidos y vivenciados, surge la calor y la sequedad de el Aire y el Fuego, no sin oscilar entre la desolación y la euforia, el éxtasis y la desesperación.
El viaje de un héroe por sus mundos internos, enfrentándose con el poder de los cuatro elementos. El Agua, simbólicamente relacionada a lo inconsciente y a las emociones, es quién perturba su estado inicial y lo conduce a explorar el control y descontrol de sí mismo. Cuando estas aguas nos son desconocidas o las rechazamos, ellas se vuelven contra nosotros y aparecen los monstruos y bichos que atentan contra el equilibrio psíquico, llevándonos a una cárcel de la cuál sólo puede escaparse a través de una muerte de nuestro Ego. Así, como una serpiente que se desprende de su antigua piel, la nueva personalidad emerge mientras se rinde ante sus enemigos que ahora se vuelven sus aliados.
Primero, se vive la experiencia de los elementos más pesados e instintivos: el Agua y la Tierra con su frío y humedad. Una vez comprendidos y vivenciados, surge la calor y la sequedad de el Aire y el Fuego, no sin oscilar entre la desolación y la euforia, el éxtasis y la desesperación.
El Hombre Vertiente es una historia que trasciende cualquier cultura o idioma, ya que son las imágenes míticas quienes tejen la trama del héroe en busca de su autoconsciencia. Y en esta travesía, lo femenino y lo masculino se polarizan para luego volver a integrarse en una celebración colectiva por el triunfo de la vida presente, con todas sus alegrías y desdichas.
En esta fiesta por la condición humana, nos ubicamos nosotros como espectadores o participantes. Quién observa con cautela e intenta controlar el ambiente, será un espectador. Mientras que quién se involucra con la trama no dejará de sentir que al finalizar la función, no sabe con certeza si lo que ocurrió allí fue un Sueño o si en realidad nunca despertó.
En esta fiesta por la condición humana, nos ubicamos nosotros como espectadores o participantes. Quién observa con cautela e intenta controlar el ambiente, será un espectador. Mientras que quién se involucra con la trama no dejará de sentir que al finalizar la función, no sabe con certeza si lo que ocurrió allí fue un Sueño o si en realidad nunca despertó.
Fuente: http://www.hombrevertiente.com/
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